El 7 de Junio de 1.924 falleció la primera dama de la nación
a consecuencia de un cáncer al seno y poco después concluyó el periodo, Tamayo
entregó el mando al Dr. Córdova y se retiró “con las manos limpias y más pobre
que nunca, a su soledad de filósofo desengañado de la política y con el
juramento de no volver a aceptar ningún cargo público”; pues, era tan grande la
reacción del país por la matanza de el 15 de noviembre que comprendía que ya no
podía actuar en política. Durante su mandato empezó el desarrollo de la
aviación nacional, se inauguró la pista de aterrizaje “Cóndor” en Durán, se
iniciaron las obras de saneamiento de Guayaquil, se construyó el edificio de la
gobernación del Guayas, se instaló el servició de faros en la costa y vinieron
al país la Misiones militares de Italia y pedagógica de Alemania, funcionando
la escuela Modelo.
Nuevamente en su estudio se negó sistemáticamente a aceptar
homenajes o pensiones, rechazando la que le asignó el Congreso con la siguiente
frase “Vivo muy honroso con mi pobreza”; sin embargo, en 1.940, desempeñó la
presidencia sin sueldo del Concejo Cantonal y en 1.942 fue declarado “Mejor
Ciudadano de Guayaquil”. Entonces vivía con su hijo José Luis y a raíz de la
revolución del 28 de mayo de 1.944 fue a acompañarle en prisión, permaneciendo
siete días en el cuartel hasta que se ordenó la libertad de su hijo y ambos se
reintegraron al hogar.
A principios de Junio de 1.947 aún se mostraba activo y
entusiasta. Diariamente concurría a su estudio y trabajaba hasta de noche, pero
una tarde, cuando estaba redactando el testamento de Lautaro Aspiazu Carbo, fue
atacado de un derrame cerebral que le imposibilitó continuarlo y volviéndose a
su hijo le gritó: “Mijo, estoy perdido”.
Llevado a su casa permaneció 21 días enfermo en cama y
aunque quería volver a su trabajo los médicos se lo impidieron, falleciendo el
7 de Julio a eso de las 2 y ¼ de la tarde. Su capilla ardiente se realizó al
día siguiente y su sepelio tuvo grande acompañamiento.
Valiente, musculado y deportista. En cada aniversario de la
Matanza del 15 de Noviembre paseaba por las calles y en una ocasión alguien
quiso faltarle al respeto, pero se defendió con su bastón sacando en fuga a su
agresor. Adusto en lo exterior, cariñoso y bondadoso en confianza, protegió a
los suyos y a numerosos compadres, amigos y relacionados, con plata y personas,
al punto que mensualmente distribuía numerosas ayudas. De cabellos canos, ojos
café, cejas arqueadas, nariz recta, labios finos y contextura gruesa; amó el
mar y cuando podía se escapaba a las playas, gozando sanamente de la
naturaleza.
Además tenía la curiosa costumbre de dar limosna los sábados
por la mañana a más de 50 pobres de la cuidad y era de ver las filas que se
formaban en los bajos de su estudio.
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