En 1920, en Ecuador, sube al poder el doctor José Luis
Tamayo Terán, nacido en el balneario de Chanduy, provincia del Guayas, el 26 de
julio de 1858.
La profunda debacle económica que atravesaba el país debido
a la caída de los precios de los productos ecuatorianos a nivel internacional y
la devaluación monetaria, se conjugó para que exista alza de precios en el
marcado nacional.
Sus electores estaban cada día menos dispuestos a ver
burlados sus derechos. Había empezado a surgir el trabajador asalariado en la
industria, empezándose a hablar de sindicalismo y de reivindicaciones sociales.
En octubre de 1922 los trabajadores de la Guayaquil and
Quito Railway y un grupo de agitadores anarquistas se declararon en huelga. En
noviembre la gran asamblea de trabajadores de Luz y Fuerza Eléctrica y Carros
Urbanos presentó un pliego de peticiones. La Asociación Gremial del Astillero
(artesanos y pequeños comerciantes de ese barrio) los apoyó. La Sociedad de
Tipógrafos se declaró también en huelga general. Guayaquil se quedó sin luz ni
mercados durante una semana y el 14 de noviembre la ciudad pasó al control de
las fuerzas populares, cuyos directivos faltos de experiencia no pudieron
contenerlas.
Esto derivó a que el sector obrero de las empresas de luz,
electricidad y carros urbanos de Guayaquil, decidieran elevar peticiones a sus
respectivos organismos para lograr mejoras salariales y laborales.
Ante la indiferencia de los propietarios, al siguiente día
los obreros se declararon en huelga, mientras que trabajadores de otras
empresas se solidarizaron y sumaron a la medida.
Los grupos ya organizados realizarón una manifestación en la
que participaron unas 30 mil personas. Para la tarde del siguiente día (15
noviembre), se convocó a otra marcha, la misma que al llegar a la esquina de
Pedro Carbo y Clemente Ballén se detuvo para escuchar el manifiesto del abogado
Carlos Puig Vilazar.
Mientras la multitud se mostraba atenta a la oratoria de
Puig, en la agitación popular había intervenido también la fracción de la
oligarquía antigobiernista vinculada a la actividad bancaria y enemiga del
Banco Agrícola y Comercial.
Enrique Baquerizo Moreno, Carlos Puig, José Vicente
Trujillo, entre otros, manipularon la insurrección al incluir en los postulados
de ésta la intervención del Gobierno en la venta de documentos financieros del
exterior (incautación de giros) y en la baja del dólar. Fuerzas policiales y
militares del gobierno del Presidente José Luis Tamayo, para repeler y mermar
la medida de hecho, descargaron las municiones de los fusiles contra la
multitud indefensa. Varios historiadores cuentan que la represión también se
debió al saqueo ocurrido en la ciudad de Guayaquil el 15 de noviembre de 1922.
La “cacería humana” duró aproximadamente una hora, el saldo
fue trágico, se calcula que murieron alrededor de 5 mil personas (entre
hombres, mujeres e incluso niños), de estos muchos recibieron como última
morada fosas comunes, mientras que otro tanto, las apacibles aguas del río
Guayas.
Este hecho también sirvió de inspiración para que el
escritor Joaquín Gallegos Lara, escribiera la novela “Las Cruces Sobre el
Agua”.
En esta magnífica novela ecuatoriana se narra la matanza del
15 de noviembre de 1922, muestra como la clase obrera decide organizarse luego
de soportar tanta explotación, luego de ver como su trabajo se lo llevan otros.
Es importante entender también el escenario internacional en que se desarrolla
este hecho histórico, ya que en 1917 estalló la revolución bolchevique que
propagó en todo el mundo vientos de esperanza y cambio hace 90 años.
A José Luis Tamayo le cupo enfrentar la crisis económica y,
en ella, el levantamiento popular y obrero de noviembre de 1922 y convertirse
así, para la Literatura y la Historia ecuatorianas, en la personificación del
represor al servicio de la oligarquía bancaria y agroexportadora.
El pasado jueves 15 de noviembre se conmemoran 85 años de la
mayor masacre de Guayaquil, 5 mil obreros fueron acribillados, arrojados a
fosas comunes y a las aguas del río Guayas, intentándose lavar la historia.
Esta fecha habría de convertir en bandera de lucha y punto
de referencia del sindicalismo marxista ecuatoriano.
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